Lo que mueve a retratarse a si mismo indudablemente está ligado a un acto propio del autor, pero existen otros componentes además del narcisista que son igualmente importantes, para que esta motivación se lleve a cabo, es tomar conciencia de lo que vemos todos los días, lo que primero esta a la vista. O sea, “uno mismo”. Es el modelo más próximo, más inmediato, lo más familiar que uno tiene. Ese personaje al que nos enfrentamos todos los días “frente a frente”, cuando nos miramos al espejo o hacemos una introspección de los propios actos o estados de ánimo de nuestra conciencia.
Interviene la subjetividad del que retrata (artista), sea pintor o fotógrafo este se representa a través de su propia mirada en donde su estado anímico se manifiesta en la elección del encuadre, los gestos, los colores, escenario, ropa y de su historia. No intenta representar la imagen que el otro (observante) tiene sobre el retratado, sino la visión e interpretación del que retrata. Por ello es que al observar un autoretrato se debe mirar con los ojos del alma.
Interviene la subjetividad del que retrata (artista), sea pintor o fotógrafo este se representa a través de su propia mirada en donde su estado anímico se manifiesta en la elección del encuadre, los gestos, los colores, escenario, ropa y de su historia. No intenta representar la imagen que el otro (observante) tiene sobre el retratado, sino la visión e interpretación del que retrata. Por ello es que al observar un autoretrato se debe mirar con los ojos del alma.