Educar, enseñar, entregar conocimientos, esto es algo que preocupa al que enseña ¿qué es necesario enseñar para educar? Entender educación como lo referido a la persona, hacer que desarrolle o perfeccione sus facultades intelectuales y morales, enseñar las normas de urbanidad y de cortesía, desarrollar, perfeccionar o afinar, dirigir, encaminar u orientar, especializarlo en una doctrina o disciplina. En términos sencillos, educar es “sacar” lo que lleva dentro. ¿Qué enseñar? Lo referido especialmente a un conocimiento, comunicarlo para que sea aprendido, servir de ejemplo o de advertencia, indicar o dar señas (te enseñaré el camino), mostrar o dejar ver (voluntaria o involuntariamente), acostumbrarse o habituarse a una cosa, designar o marcar. Y ¿qué conocimientos entregar? Concebido el conocimiento como entendimiento, inteligencia o capacidad de dialogar con la razón, conciencia sensorial y perceptiva de una persona, lo que lleva a la averiguación o descubrimiento que alcanza por medio del ejercicio de las facultades intelectuales, de la apreciación, de la percepción o saber que se obtiene, generalmente, por indicios, conjeturas, experimentación, sentimientos o saberes adquiridos por propia experiencia en el trato o relación con el otro. Todo esto se relaciona con el saber del que educa, “…en una sociedad múltiple en dependencia de factores como la cultura y el nivel de desarrollo[Pie de página]” que ésta presenta. En relación a lo anterior, tanto la cultura como el nivel de desarrollo son dificultades para la toma de decisiones de qué enseñar y son precisamente la percepción de la realidad y deseabilidad de los procesos globalizadores que tenga el educador al entregar conocimientos, reflejados en una multiplicidad de valores presentes en su propia vida y cómo éstos influirán en la toma de decisiones respecto de qué enseñar. Por ello es que afirmo que la educación es y responderá a los lineamientos filosóficos de cada época en que se vive y de cómo los individuos entiendan el sustento del poder y definan qué enseñar. No existe entonces un único sendero ni una sola imagen de la sociedad. La información y el conocimiento estarán marcados por la percepción y la oportunidad que se tenga en la experiencia de vida y cómo la economía remite a la concepción de las políticas educacionales. En resumen, sólo se aprovecharán nuestros propios conocimientos, hábitos y emociones, motores creadores que nos permitirán continuar renovándonos y aprendiendo de los actores sociales. Éstos nos acompañan para identificar, seleccionar, negociar, diseñar, implementar, evaluar proyectos y procesos estratégicos, como una manera de contribuir a la elaboración de las agendas regionales, nacionales y locales tendientes a la promoción de modos de organización de una sociedad más equitativa, innovadora, ecológica y especialmente sana, creadora y feliz .
Aprender en la sociedad, hoy en día, implica esencialmente un sinnúmero de habilidades y competencias que le permitan al individuo gozar de una autonomía al enfrentarse a nuevas fuentes de información experiencial. Esta autonomía le permitirá, producir nueva información, discriminarla, organizarla y compartirla. O sea, el educador se enfrenta a una nueva manera de enseñar, más protagónica de los actores de la enseñanza y el aprendizaje, por ello, la educación es un reto que se asoma con fuerza. Sin embargo, la responsabilidad de aprender recae en buena parte sobre los que aprenden. Ser alumno hoy en día implica ser más activo, no esperar que se le entregue respuestas del mundo, sino más bien deben construirlo desde su propia mirada. Por lo tanto, nos encontramos con competencias en que los educandos del siglo XXI deben aprender a pensar, a cooperar, a comunicar, a empatizar, a ser crítico y a automotivarse.
Todo esto nos presenta un mundo más complejo del conocimiento, en donde la “formación del pensamiento complejo es enseñar a pensar desde y con lo ambiguo,…aprender a pensar y aprender desde la complejidad implica, además, la posibilidad de pensar el mundo en sus ambivalencias, así como tolerarlas; o sea de reconocer y habituarse a ver éstas como el estado “normal” de las cosas en el mundo (y del propio mundo) y, sobre todo, como fuentes de conocimiento.[Pie de página] Aprender hoy es aprender que el mundo se construye desde nuestra propia percepción y que ésta es mutable, es decir, está sujeta a cambios constantes, asumiendo una mirada creativa subordinada a la variación de los procesos; es una mirada desde la esquina en que nos encontramos en determinado momento, de manera que el aprendizaje se expresa desde la estabilidad y cambio permanente. Construir un sujeto requiere del conocimiento de su pasado, su presente y una proyección hacia el futuro. “Es un proceso de apropiación o interiorización de la cultura, el cual tiene lugar bajo los efectos de la mediación social…[Pie de página]”. Estrecha relación entre desarrollo y aprendizaje que Vigotsky destaca y lo lleva a formular su famosa teoría de la “Zona de Desarrollo Próximo”. Esto significa, en palabras del mismo Vigotsky, “la distancia entre el nivel de desarrollo, determinado por la capacidad para resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz”[Pie de página] .
El Constructivismo es un conjunto de elaboraciones teóricas, concepciones, interpretaciones y prácticas que junto con poseer un cierto acuerdo entre sí, posee una gama de perspectivas, interpretaciones y prácticas bastante diversas y que hacen difícil el considerarlas de manera independiente. Está dado por la afirmación de que el conocimiento no es el resultado de una mera copia de la realidad preexistente, sino de un proceso dinámico e interactivo a través del cual la información externa es interpretada y re-interpretada por la mente, la cual va construyendo progresivamente modelos que expliquen de una manera cada vez más compleja y potente la realidad del propio individuo. Esto significa que conocemos la realidad a través de los modelos que construimos para explicarla, y que estos modelos siempre son susceptibles de ser mejorados o cambiados.
El Constructivismo es una filosofía del aprendizaje fundada en la premisa que, el individuo es capaz de construir su propia comprensión del mundo, a partir de sus experiencias. Cada uno de nosotros genera sus propias reglas y modelos mentales que usamos para hacer sentido de nuestras experiencias. El aprendizaje es, entonces, simplemente un proceso de ajuste de nuestros propios modelos mentales que acomodamos a las nuevas experiencias.
En nuestros días reconocemos que las necesidades y problemas educativos, al igual que sus determinantes sociales y culturales, se encuentran en permanente transformación.
Un proyecto de cambio o de reforma, por más pertinente y consecuente que sea con las situaciones que trata de resolver o mejorar, carece de poder como para “detener” el dinamismo de la transformación social. Por consiguiente, las intervenciones que se provocan como respuestas circunstanciales, provisionales, temporalmente adecuadas, pero nunca definitivas, pretenden sobreponerse a la variedad virtual y real de los momentos históricos que se estén viviendo.
“La Reforma Educativa que impulsa actualmente el Gobierno ha sido concebida bajo un principio básico diferente del tradicional. Se la entiende como proceso continuo de desarrollo del sistema escolar, como proceso sostenido de transformaciones dentro del cual, las intervenciones y programas obedecen a demandas específicas y puntuales. En este proceso los esquemas de solución aplicados, pierden rápidamente su potencial de mejoramiento tanto por el hecho de que el contexto socio cultural donde se opera está en permanente transformación, como por el hecho de que determinadas intervenciones de mejoramiento, provocan cambios que son, a su vez, fuente de nuevas necesidades y demandas... y así en un proceso interminable [Pie de página].
Para comprender las nuevas demandas propuestas, como requerimiento de la nación, que en este caso se materializa en la definición de doce años de escolaridad obligatoria, se debe optar por profesionales de la Educación que estén en condiciones de impartir conocimientos, teniendo en cuenta la incorporación de las mejores metodologías de enseñanza, sobretodo si la población que eventualmente es la beneficiada de la educación es muy variada en cuanto a sus costumbres y hábitos, clases sociales y entornos de los cuales provienen.
En los docentes entonces, recae toda la responsabilidad del futuro de la educación, tienen que ser líderes del conocimiento y con una visión de la enseñanza integrada a la formación de los individuos como personas, promotores del pensamiento, formadores de hábitos y abiertos a un mundo cambiante.
Se necesita que el conjunto de la Enseñanza Básica y Media forme personas preparadas para desempeñarse con un rol activo en la sociedad. Para ello, los docentes deben ser creativos y constructores de un mundo en que el aprendizaje que logren los alumnos tenga aplicabilidad y les haga sentido en la transformación consecuente. Éste sería el resultado positivo de una nueva propuesta como principio de cambio en educación, puesto que afecta al comportamiento del individuo.
Entonces, a la hora de educar, debemos decidir por una Educación Superior que propenda a ser un negocio para satisfacer intereses individuales o asuma un rol de formar personas al servicio del país. Lo cierto es que la transformación debe proyectarse más allá de la Enseñanza Básica y Media, en el contexto de la “igualdad de oportunidades”. Es aquí en donde se hace necesario determinar la conveniencia de formalizar en el sistema educativo un período equivalente para todos, con un ciclo de doce años de enseñanza obligatoria, teniendo la convicción de que los cambios en la sociedad son posibles, siempre y cuando seamos capaces de estructurarla de manera adecuada y consensuada, proyectándose mucho más allá de los actores sociales y políticos que tienen el poder.
En estricto rigor, el método o camino hacia el aprendizaje como representación selectiva de los elementos más esenciales en el fenómeno didáctico imperante, son las técnicas o procedimientos proyectados hacia la práctica de la elección de un modelo didáctico que siempre obedecerá a un paradigma seguido por el propio docente y teñido por las políticas imperantes. El docente debe transformar su quehacer educativo en una actividad interactiva que posibilite desarrollar al máximo las potencialidades de la persona.
En definitiva, hoy es importante reconocer que para educar hay que lograr la capacidad o competencias de dialogar con la razón, con su conciencia sensorial y perceptiva (competencia conceptual); para la averiguación o descubrimiento alcanzado por medio de sus facultades intelectuales, la apreciación, la percepción (competencia procedimental); saber hacer por medio de la experimentación, de los sentimientos y saberes adquiridos por la propia experiencia del mundo circundante (competencia actitudinal). Todo esto conlleva a un individuo que sí sabe conocer (conocimiento teórico-práctico), sabe hacer (conocimiento procedimental) y sabe ser (conocimiento actitudinal).
Por ello, la Educación Superior debe moverse en los ámbitos de la especificación de competencias claras que pretende enseñar, promoviendo en sus educandos habilidades, destrezas y actitudes, no importando cuál clasificación se adopte, sean éstas competencias básicas o instrumentales, competencias genéricas o transversales, intermedias, generativas o específicas, técnicas o especializadas. Sin embargo, no olvidemos jamás, que las competencias de egreso son estándares de desempeño de un profesional, y que éstas no siempre estarán presentes al término de su carrera, por lo tanto, también es importante en su formación, preocuparse de la persona como un todo integral, como un individuo en desarrollo y en formación continua, ya sea en su desempeño profesional, personal y social..
Aprender en la sociedad, hoy en día, implica esencialmente un sinnúmero de habilidades y competencias que le permitan al individuo gozar de una autonomía al enfrentarse a nuevas fuentes de información experiencial. Esta autonomía le permitirá, producir nueva información, discriminarla, organizarla y compartirla. O sea, el educador se enfrenta a una nueva manera de enseñar, más protagónica de los actores de la enseñanza y el aprendizaje, por ello, la educación es un reto que se asoma con fuerza. Sin embargo, la responsabilidad de aprender recae en buena parte sobre los que aprenden. Ser alumno hoy en día implica ser más activo, no esperar que se le entregue respuestas del mundo, sino más bien deben construirlo desde su propia mirada. Por lo tanto, nos encontramos con competencias en que los educandos del siglo XXI deben aprender a pensar, a cooperar, a comunicar, a empatizar, a ser crítico y a automotivarse.
Todo esto nos presenta un mundo más complejo del conocimiento, en donde la “formación del pensamiento complejo es enseñar a pensar desde y con lo ambiguo,…aprender a pensar y aprender desde la complejidad implica, además, la posibilidad de pensar el mundo en sus ambivalencias, así como tolerarlas; o sea de reconocer y habituarse a ver éstas como el estado “normal” de las cosas en el mundo (y del propio mundo) y, sobre todo, como fuentes de conocimiento.[Pie de página] Aprender hoy es aprender que el mundo se construye desde nuestra propia percepción y que ésta es mutable, es decir, está sujeta a cambios constantes, asumiendo una mirada creativa subordinada a la variación de los procesos; es una mirada desde la esquina en que nos encontramos en determinado momento, de manera que el aprendizaje se expresa desde la estabilidad y cambio permanente. Construir un sujeto requiere del conocimiento de su pasado, su presente y una proyección hacia el futuro. “Es un proceso de apropiación o interiorización de la cultura, el cual tiene lugar bajo los efectos de la mediación social…[Pie de página]”. Estrecha relación entre desarrollo y aprendizaje que Vigotsky destaca y lo lleva a formular su famosa teoría de la “Zona de Desarrollo Próximo”. Esto significa, en palabras del mismo Vigotsky, “la distancia entre el nivel de desarrollo, determinado por la capacidad para resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz”[Pie de página] .
El Constructivismo es un conjunto de elaboraciones teóricas, concepciones, interpretaciones y prácticas que junto con poseer un cierto acuerdo entre sí, posee una gama de perspectivas, interpretaciones y prácticas bastante diversas y que hacen difícil el considerarlas de manera independiente. Está dado por la afirmación de que el conocimiento no es el resultado de una mera copia de la realidad preexistente, sino de un proceso dinámico e interactivo a través del cual la información externa es interpretada y re-interpretada por la mente, la cual va construyendo progresivamente modelos que expliquen de una manera cada vez más compleja y potente la realidad del propio individuo. Esto significa que conocemos la realidad a través de los modelos que construimos para explicarla, y que estos modelos siempre son susceptibles de ser mejorados o cambiados.
El Constructivismo es una filosofía del aprendizaje fundada en la premisa que, el individuo es capaz de construir su propia comprensión del mundo, a partir de sus experiencias. Cada uno de nosotros genera sus propias reglas y modelos mentales que usamos para hacer sentido de nuestras experiencias. El aprendizaje es, entonces, simplemente un proceso de ajuste de nuestros propios modelos mentales que acomodamos a las nuevas experiencias.
En nuestros días reconocemos que las necesidades y problemas educativos, al igual que sus determinantes sociales y culturales, se encuentran en permanente transformación.
Un proyecto de cambio o de reforma, por más pertinente y consecuente que sea con las situaciones que trata de resolver o mejorar, carece de poder como para “detener” el dinamismo de la transformación social. Por consiguiente, las intervenciones que se provocan como respuestas circunstanciales, provisionales, temporalmente adecuadas, pero nunca definitivas, pretenden sobreponerse a la variedad virtual y real de los momentos históricos que se estén viviendo.
“La Reforma Educativa que impulsa actualmente el Gobierno ha sido concebida bajo un principio básico diferente del tradicional. Se la entiende como proceso continuo de desarrollo del sistema escolar, como proceso sostenido de transformaciones dentro del cual, las intervenciones y programas obedecen a demandas específicas y puntuales. En este proceso los esquemas de solución aplicados, pierden rápidamente su potencial de mejoramiento tanto por el hecho de que el contexto socio cultural donde se opera está en permanente transformación, como por el hecho de que determinadas intervenciones de mejoramiento, provocan cambios que son, a su vez, fuente de nuevas necesidades y demandas... y así en un proceso interminable [Pie de página].
Para comprender las nuevas demandas propuestas, como requerimiento de la nación, que en este caso se materializa en la definición de doce años de escolaridad obligatoria, se debe optar por profesionales de la Educación que estén en condiciones de impartir conocimientos, teniendo en cuenta la incorporación de las mejores metodologías de enseñanza, sobretodo si la población que eventualmente es la beneficiada de la educación es muy variada en cuanto a sus costumbres y hábitos, clases sociales y entornos de los cuales provienen.
En los docentes entonces, recae toda la responsabilidad del futuro de la educación, tienen que ser líderes del conocimiento y con una visión de la enseñanza integrada a la formación de los individuos como personas, promotores del pensamiento, formadores de hábitos y abiertos a un mundo cambiante.
Se necesita que el conjunto de la Enseñanza Básica y Media forme personas preparadas para desempeñarse con un rol activo en la sociedad. Para ello, los docentes deben ser creativos y constructores de un mundo en que el aprendizaje que logren los alumnos tenga aplicabilidad y les haga sentido en la transformación consecuente. Éste sería el resultado positivo de una nueva propuesta como principio de cambio en educación, puesto que afecta al comportamiento del individuo.
Entonces, a la hora de educar, debemos decidir por una Educación Superior que propenda a ser un negocio para satisfacer intereses individuales o asuma un rol de formar personas al servicio del país. Lo cierto es que la transformación debe proyectarse más allá de la Enseñanza Básica y Media, en el contexto de la “igualdad de oportunidades”. Es aquí en donde se hace necesario determinar la conveniencia de formalizar en el sistema educativo un período equivalente para todos, con un ciclo de doce años de enseñanza obligatoria, teniendo la convicción de que los cambios en la sociedad son posibles, siempre y cuando seamos capaces de estructurarla de manera adecuada y consensuada, proyectándose mucho más allá de los actores sociales y políticos que tienen el poder.
En estricto rigor, el método o camino hacia el aprendizaje como representación selectiva de los elementos más esenciales en el fenómeno didáctico imperante, son las técnicas o procedimientos proyectados hacia la práctica de la elección de un modelo didáctico que siempre obedecerá a un paradigma seguido por el propio docente y teñido por las políticas imperantes. El docente debe transformar su quehacer educativo en una actividad interactiva que posibilite desarrollar al máximo las potencialidades de la persona.
En definitiva, hoy es importante reconocer que para educar hay que lograr la capacidad o competencias de dialogar con la razón, con su conciencia sensorial y perceptiva (competencia conceptual); para la averiguación o descubrimiento alcanzado por medio de sus facultades intelectuales, la apreciación, la percepción (competencia procedimental); saber hacer por medio de la experimentación, de los sentimientos y saberes adquiridos por la propia experiencia del mundo circundante (competencia actitudinal). Todo esto conlleva a un individuo que sí sabe conocer (conocimiento teórico-práctico), sabe hacer (conocimiento procedimental) y sabe ser (conocimiento actitudinal).
Por ello, la Educación Superior debe moverse en los ámbitos de la especificación de competencias claras que pretende enseñar, promoviendo en sus educandos habilidades, destrezas y actitudes, no importando cuál clasificación se adopte, sean éstas competencias básicas o instrumentales, competencias genéricas o transversales, intermedias, generativas o específicas, técnicas o especializadas. Sin embargo, no olvidemos jamás, que las competencias de egreso son estándares de desempeño de un profesional, y que éstas no siempre estarán presentes al término de su carrera, por lo tanto, también es importante en su formación, preocuparse de la persona como un todo integral, como un individuo en desarrollo y en formación continua, ya sea en su desempeño profesional, personal y social..
1 Bell, Dell (1976) The Becoming of Post-Industrial Society. New York: Basic Books. (Trad. El advenimiento de la sociedadposindustrial. Madrid. Alianza)2 Munné, F. (2004) El Retorno de la Complejidad y la Nueva Imagen del Ser Humano: Hacia una Psicología Compleja. En Revista Interamericana de Psicología. Vol. 38, Nº 1, 23-31
3 Vigotsky, L (1981) Pensamiento y Lenguaje. Pueblo y Educación. La Habana.
4 ttp://www.educarchile.cl/web_wizzard/visualiza.asp?id_proyecto=3&id_pagina=305&posx=4&posy=2
5 s e m i n a r i o LA INTERACCIÓN PSICOLOGÍA-EDUCACION UNA M I R A D A D E S D E LA R E F O R M A E D U C A C I O N A L n o v i e m b r e • 1 9 9 7 U N I V E R S I D A D C E N T R A L E s c u e l a de C i e n c i a s de la E d u c a c i ó n
3 Vigotsky, L (1981) Pensamiento y Lenguaje. Pueblo y Educación. La Habana.
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