El fin de semana recién pasado tuve la suerte de ser invitado a un cumpleaños, pero no a cualquier cumpleaños, era la celebración de mi gran amigo Eulogio quien nos sorprendió con una performance de arte titulada “Intimando con el arte 50 años” Para quien no conoce qué es la performance, debo comenzar diciendo que es “arte en vivo”, este tipo de expresión artística se ha desarrollado a través de los años de manera marginal; uno de los exponentes en chile ha sido Enrique Lihn, Alejandro Jodorowsky, Raúl Zurita y Pedro Lemebel. Generalmente es una provocación a los sentidos, de crítica política y social. Es un planteamiento desde donde el arte roza los límites, los destruye, los retuerce. Algunos plantean que la performance se remonta a 1916, con realizadores vanguardistas que se presentaban en el Cabaret Voltaire en Alemania, lugar que se fundó para que artistas ligados al dadaísmo y el surrealismo exhibieran su arte “poco convencional”.
La provocación, de los sentidos, de lo estético, la poesía, la improvisación, el asombro y lo efímero de cada acción, que se desarrolla apela a los sentidos, recuerdos y de todo lo que damos como cierto, destruyendo y construyendo una nueva realidad que nos hace dar cuenta que lo que se tenía por “verdadero” y cotidiano, lo que ni siquiera se pensaba se presente y se haga visible a la percepción de nuestros sentidos. Todo se confabula para que esta “forma” de acercarse al arte, sea muchas veces, si es que no siempre, marginal, disfrutado solo por un grupo muy íntimo de espectadores que a veces son partícipes en esta vorágine de expresión. Mi gran amigo Eulogio Burgos M. tuvo la geneialidad de montar una “perfomance” e invitar a una parte de sus amigos más cercanos, quienes le conocieran o crean conocerlo que por lo demás es construido por nuestras mentes con un tipo de ropaje, que no es el Eulogio que creemos conocer. Su performance se inicia mostrándonos su talento en la plástica con un retrato en vivo, de unos de los personajes más trascendente de la historia de nuestro país, haciendo evidente sus habilidades en el dibujo y el claroscuro que explicita su vida, la música que es su canto, se tiñen en armonías de múltiples colores...viajando en el tiempo con temas de su memoria que en alguna medida es parte de nuestra propia pista sonora. En síntesis él aquí se nos muestra o proyecta con muchas facetas que aúnan su yo mostrándonos a un artista maduro que nos deleita y abofetea con su percepción de la vida, de lo que es vivir en paz y armonía con lo que se hace, arropándose con sus amigos más cercanos para que expliquen consciente o inconscientemente su realidad construida a lo largo de 50 años de vida.
Su estética nos enfrenta a los valores compositivos de formas de esta performance, colores o materialidad, lúgubre que vienen a acentuar más la propia vida, que también ayudan al proceso de reconocimiento estético que va más allá de lo observable. La obra se nos presenta como una experiencia única que embarga a los sentidos, con sensaciones que nos quedan marcadas.
Después de esta experiencia, nos da la oportunidad de conocerlo y aprehenderlo en su yo más íntimo. Y si lo miramos desde otro punto de vista, el conocimiento nos abre nuevos caminos para su reconocimiento, que va más allá de la experiencia sensorial. Al convidarnos a vivir esta performance nos adentraremos a un nuevo mundo, a una nueva experiencia de lo que es el artista hombre presentándonos un nuevo Eulogio como si fuera uno nuevo, diferente al que percibimos la primera vez.
La provocación, de los sentidos, de lo estético, la poesía, la improvisación, el asombro y lo efímero de cada acción, que se desarrolla apela a los sentidos, recuerdos y de todo lo que damos como cierto, destruyendo y construyendo una nueva realidad que nos hace dar cuenta que lo que se tenía por “verdadero” y cotidiano, lo que ni siquiera se pensaba se presente y se haga visible a la percepción de nuestros sentidos. Todo se confabula para que esta “forma” de acercarse al arte, sea muchas veces, si es que no siempre, marginal, disfrutado solo por un grupo muy íntimo de espectadores que a veces son partícipes en esta vorágine de expresión. Mi gran amigo Eulogio Burgos M. tuvo la geneialidad de montar una “perfomance” e invitar a una parte de sus amigos más cercanos, quienes le conocieran o crean conocerlo que por lo demás es construido por nuestras mentes con un tipo de ropaje, que no es el Eulogio que creemos conocer. Su performance se inicia mostrándonos su talento en la plástica con un retrato en vivo, de unos de los personajes más trascendente de la historia de nuestro país, haciendo evidente sus habilidades en el dibujo y el claroscuro que explicita su vida, la música que es su canto, se tiñen en armonías de múltiples colores...viajando en el tiempo con temas de su memoria que en alguna medida es parte de nuestra propia pista sonora. En síntesis él aquí se nos muestra o proyecta con muchas facetas que aúnan su yo mostrándonos a un artista maduro que nos deleita y abofetea con su percepción de la vida, de lo que es vivir en paz y armonía con lo que se hace, arropándose con sus amigos más cercanos para que expliquen consciente o inconscientemente su realidad construida a lo largo de 50 años de vida.
Su estética nos enfrenta a los valores compositivos de formas de esta performance, colores o materialidad, lúgubre que vienen a acentuar más la propia vida, que también ayudan al proceso de reconocimiento estético que va más allá de lo observable. La obra se nos presenta como una experiencia única que embarga a los sentidos, con sensaciones que nos quedan marcadas.
Después de esta experiencia, nos da la oportunidad de conocerlo y aprehenderlo en su yo más íntimo. Y si lo miramos desde otro punto de vista, el conocimiento nos abre nuevos caminos para su reconocimiento, que va más allá de la experiencia sensorial. Al convidarnos a vivir esta performance nos adentraremos a un nuevo mundo, a una nueva experiencia de lo que es el artista hombre presentándonos un nuevo Eulogio como si fuera uno nuevo, diferente al que percibimos la primera vez.